Saturday, June 17, 2006

La caracola (continuación).

Esta historia tiene un inicio, y muchas posibles continuaciones.

A nosotros se nos han ocurrido algunas, estamos esperando las que se les crucen por la mente a todos los demás.

Éste es el inicio:
LA CARACOLA

El hombre salió a la puerta de su casa. Contempló, con satisfacción mal disimulada, con delicia su jardín. Las flores comenzaban a despuntar orgullosas, primorosas, coquetas; las briznas de hierba se encontraban alineadas simétricamente, con sus puntas bien rectitas y ordenadas, creciendo perfectas, como un batallón alegre y bien dispuesto; los pequeños arbustos, remolones, mientras tanto, retozaban alborozados bajo el sol. El hombre fue bajando los escalones de la entrada de su casa pausadamente, contemplando a un lado y a otro los límites que se marcaba a sí mismo en el interior de su propiedad, buscando la más mínima imperfección sobre la superficie de la hierba, y a Dios gracias, no la encontró.
Se acercó hasta el extremo de su jardín. Contempló a los coches pasar. Luego pensó en ciertas dudas que había dejado pasar el día anterior. Meditó sobre las cosas que le había dicho Marta, meditó también sobre las posibilidades que tenía para tomar una decisión. Se dijo a sí mismo que el marcharse le proporcionaba por un lado una salida digna, al mismo tiempo que un mar de interrogantes, mientras que quedarse significaba afrontar los problemas y por tanto, introducirse en un camino que podía poner en peligro toda su estabilidad, y lo que era más, incluso su vida. El cavilar este tema era complejo, intrincado y triste... Los riesgos de no hacerlo, superaban con creces la posibilidad de que su corazón, ya muy marcado por las cicatrices del bypass, acabara al final pagándolo.
El hombre se dio la vuelta. Se aproximó de nuevo hacia su casa. La tanteó con la mano. ¿Qué pasaría con este lugar estos días?¿Sería, como decía Marta, un lugar donde el drama y la tragedia acabarían por llegar? Nuestro hombre bajó de nuevo la vista hacia el suelo. Y entonces, al hacerlo, encontró una objeto, que al principio no supo reconocer. Se agachó para recogerlo...
Una piedra. No le hubiera llamado especialmente la atención en otras circunstancias. La desplazó ligeramente, para contemplarla por todas sus aristas. Pero había algo en esa pequeña roca que era muy especial, y nuestro hombre se dio cuenta en seguida, porque tenía experiencia en ello.
Era una piedra, de evidente origen marino.
Lo cual no sería de extrañar, de no ser porque se encontraban a seiscientos kilómetros del mar.
Qué raro, se interrogó nuestro hombre. La piedra estaba mojada, no sabía si era a causa del rocío, o si bien se debía a otra razón. Pero en todo caso, nuestro hombre, admirando la roca, se empezó a preguntar muchas cosas...
Cómo habrá llegado esto aquí...
* * *
La vieja dijo: He perdido el mar, se me cayó del bolsillo. Sus hijos, creyéndola loca, la encerraron en un asilo.
Ella nunca pudo contemplar el mar, por eso se lo trajo alguien, en forma de caracola. Al oído, resuena el mar, pero esta mañana, se le cayó del bolsillo.
La vieja no había perdido la cabeza, sino que había perdido el mar...
* * *
El otro día ví una caracola al pie de un árbol, en mitad de la Castellana.
¿Sabes cómo ha llegado hasta allí?
A un niño le han enseñado en la clase de ciencias naturales que los árboles no pueden moverse. Por eso, porque no pueden llegar hasta el mar, le ha puesto la caracola a su lado, para que, aunque no pueda ver el mar, al menos pueda escucharle.
El árbol duerme ahora bajo el arrullo del mar.

Wednesday, June 14, 2006

Veinte años sin Jorge Luis

Veinte años sin luz. Veinte años sin sol. Veinte años, sin laberintos.

Veinte años sin ángeles y sin demonios. Sin recuerdos de Lovecraft ni leves reminiscencias de Martín Fierro. Veinte años sin teólogos malditos ni universos transcritos a fuego en la piel del tigre. Veinte años en los que Tlön, Uqbar, Orbius Tertius, creció a su aire, joven, promiscua y desagradecida, sin acordarse para nada de su primigenio creador. Veinte años en que no significó lo mismo penetrar en las bibliotecas.

Hace más de veinte años, un corresponsal español en Italia, paseando por las lindes del Gran Canal veneciano, encontró como por casualidad al poeta ciego, agarrado del brazo de una mujer, recitando poemas de Federico García Lorca mientras contemplaba a través de sus párpados cerrados el agua...

Decía un texto reciente que hay personas las cuales, tristemente, tan sólo han vivido a través de los libros. Quizás para algunos de nosotros, esto es verdad. No me atrevo a juzgar o no el paramundo en el que algunos de nosotros habitamos: tan sólo diré que mi novia, en nuestro primer San Valentín (a los 3 días de salir), me descubrió a Eduardo Galeano, y con ello me regaló un fragmento de vida entera. Yo puedo enorgullecerme (de hecho, lo hago más que de la mayor parte de los relatos que he podido escribirte), de haberla introducido a Borges.

Pero sería una estupidez publicar epitafios, o sentencias vacuas que de nada servirían. ¿Quíén es capaz de componer un requiém para Beethoven o Mozart? Mejor despedirnos pues, con las palabras del maestro:

El universo, que algunos llaman la biblioteca...

Como todos los hombres de Babilonia, he sido procónsul; como todos, esclavo; también he conocido la omnipotencia, el oprobio, las cárceles. (...) Durante un año de la luna, he sido declarado invisble: gritaba y no me respondían, robaba el pan y no me decapitaban...

Lo recuerdo (yo no tengo derecho a pronunciar ese verbo sagrado, sólo un hombre en la tierra tuvo derecho, y ese hombre ha muerto)...

O quizás, el verso más valiente, sobre todo por demostrar la única verdad absoluta: que rectificar es de sabios.
"Una tarde vinieron a casa las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo a contarme lo que pasaba. Algunas serían histriónicas, pero yo sentí que muchas venían llorando sinceramente porque uno siente la veracidad. Pobres mujeres tan desdichadas. Esto no quiere decir que sus hijos fueran invariablemente inocentes pero no importa. Todo acusado tiene derecho, al menos, a un fiscal para no hablar de un abogado defensor. Todo acusado tiene derecho a ser juzgado. Cuando me enteré de todo este asunto de los desaparecidos me sentí terriblemente mal. Me dijeron que un general había comentado que si entre cien personas secuestradas, cinco eran culpables, estaba justificada la matanza de las noventa y cinco restantes. ¡Debió ofrecerse él para ser secuestrado, torturado y muerto para probar esa teoría, para dar validez a su argumento!"

Sunday, June 11, 2006

Anécdotas sobre el Mundial y fútbol varios

He aquí algunas de las anécdotas más divertidas y jugosas del Mundial de todo los tiempos (y también algunas de fútbol en general):
-En la selección uruguaya, un portero se quedó manco. Como a la gente le daba pena que no pudiera jugar, le permitieron jugar con ayuda de un SEGUNDO portero, que, claro está, debía emplear tan sólo un único brazo (el que le faltaba a nuestro portero).
-En el Mundial de Inglaterra 1966, el trofeo de la Copa del Mundo fue robada: un perro, Pickles, rastreó la copa y la encontró entre unos arbustos. Fue el gran héroe del Mundial.
-En la Primera Guerra Mundial, entre las trincheras alemanas y francesas, se jugó un partido de fútbol amistoso entre miembros de ambos ejércitos. Cuando un comandante inglés les vio jugar, les recriminó "¡Habéis venido a masacraros, no a haceros faltas!"
-En un mundial celebrado en Uruguay, otro equipo sudamericano quería hacerle un homenaje al país anfitrión, y se pusieron una letra en la camiseta de cada jugador, con lo cual, al estar todos juntos, debía poner "Viva Uruguay". Pero a una de las "u"s le entró cagalera, y finalmente se quedó en "Viva Urugay".
-Como en el Mundial de Corea, los aficionados europeos tenían muy difícil desplazarse hasta allí, el gobierno coreano organizó hinchas profesionales. Podías encontrarte fácilmente a 20 coreanos animando al equipo nacional de Italia con el mismo entusiasmo que los tifosi milaneses.
-Cuando Beckham provocó su autoexpulsión en el último Mundial, los ingleses le odiaron. Un sacerdote llegó a afirmar, para ilustrar una homilía, "Dios es tan bondadoso, que hasta perdonaría a David Beckham".
-En un Mundial especialmente agresivo, a los 3 días, 50 jugadores habían vuelto a casa lesionados.
-Y por supuesto, la famosa historia, conocida por casi todos, de La Mano de Dios...